Una noche de mediados del mes de septiembre una esperanza nueva entró por la ventanita del ordenador. Así comienza la historia de la esperanza y el corazón
Se hicieron grandes amigos, hablaban, se reían juntos, se contaban confidencias y se llegaron a decir cosas de amor.
Cosas que a la esperanza por ser como era la llenaban de gran valor.
Su historia era, como la de dos caminos, que van paralelos, unas veces tan juntos que casi se pueden rozar, otras un poquito más separados. Pero eso daba igual, porque en esas ocasiones la esperanza sentía a su corazón y éste sentía su esperanza.
Fueron pasando los días y la esperanza se acostumbró a que el corazón la dijera cosas, la halagara, pero lo que la esperanza no sabia es que todo era una ilusión, un sueño que la esperanza no podría alcanzar nunca.
Cada día que pasaba la esperanza crecía de orgullo, sonreía más y hasta se veía más guapa e interesante.
Pero como en toda historia llega la parte triste.
Llegó el día en que aquellos dos caminos se empezaron a separar, más más y más.
Hasta que dejaron de verse, aquello a la esperanza la entristeció mucho pero sabia que tenía que ser así y que no podía hacer nada, tan sólo esperar, esperar a que su corazón volvieran pronto a buscarla.
Fueron pasando las horas y los días y su corazón no regresaba.
A veces, sólo algunas veces, le veía de muy lejos y sufría en silencio porque éste no la decía nada.
La esperanza pensaba que todo pasaría, y se acordaba de las palabras que el corazón la había dicho en algunas ocasiones.
Un día entro en escena la ilusión e intento conquistar a la esperanza, todos los días la regalaba un ramito de flores, la dejaba un mensaje pero la esperanza no quería, ella quería solo a su corazón, no quería pensar que todo lo que habían vivido se terminara así de un plumazo, no quería pensar que todo se acabaría así, deseaba que todo volviera a ser como antes.
Habló con la ilusión y le hizo ver que nada tenía que hacer, que la dejara, la ilusión enfadada la dijo que su tiempo se estaba terminando, que el corazón no regresaría nunca, la esperanza enfadada le dijo que aún la quedaba una cuerda en su violín y que seguiría esperando. Esperando el tiempo que fuera.
Y ahora la esperanza duerme, esperando y soñando que su corazón no la haya olvidado y regrese pronto a buscarla y la despierte con un suave y dulce beso. Y que de nuevo el corazón palpite con mucha fuerza y la esperanza entre de nuevo por esa ventana con mayor fuerza.
Y juntos, quien sabe puedan hacer su sueño realidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario